Se conoce por Protohistoria al periodo de transición entre la prehistoria y la historia, que es cuando empiezan a aparecer las primeras fuentes escritas en torno a los siglos VI a.C. y IV a.C.
A este periodo en ocasiones también se le denomina Edad de los Metales porque en ella es cierto que se va a dar la aparición y el desarrollo de la metalurgia, lo que permitió la elaboración de herramientas mucho más elaboradas para las tareas agrícolas, así como armas mortales.
Dependiendo del dominio de la metalurgia, en base a los distintos materiales y alecciones, la Edad de los Metales se divide en tres periodos:
Edad del cobre
También denominada Eneolítico o Calcolítico. El cobre fue el primero de los metales utilizados por el hombre, el cual era moldeado a través de la técnica del martillado o batido en frío, ya que desconocían el mecanismo por el cual poder fundir el metal. A esta época también está muy vinculada los megalitos, que se trataban de grandes construcciones arquitectónicas cuya finalidad era religiosa – funeraria; como fueron los menhires y dólmenes.
Edad del bronce
Resultado de la aleación del cobre con el estaño, lo que supuso un gran avance en las técnicas de la metalurgia. También fue la época en la que se dieron por primera vez los enterramientos tanto individuales como en parejas dentro de los mismos poblados. Las primeras culturas que se conocen en la Edad del bronce fueron la Micénica, Cretense y Cicládica y en la Península Ibérica la cultura de El Argar en Almería.
Edad del hierro
Es el tercer y último periodo de la protohistoria y que culmina con la invención de la escritura, que es cuando se considera que empieza la historia. Los avances que supuso en la agricultura en esta época, con la fabricación de puntas de arado, permitió que el hombre pudiera trabajar de mejor manera la tierra y la siembra de los cultivos, aparte de disponer de un tiempo libre que lo dedico a la elaboración de joyas con el mismo material.